Carolina Nicolás es mamá de una niña con discapacidad intelectual. Conoció el servicio de Conciliación de Plena inclusión Región de Murcia mediante la trabajadora social del colegio al que acude su pequeña. Carolina no dispone de una red de apoyo extensa, es familia monoparental y sus padres viven a más de 40 kilómetros de distancia.
El servicio de Conciliación de Plena inclusión Región de Murcia es en un apoyo puntual que se les ofrece a las familias de las asociaciones que conforman la federación para que éstas puedan compaginar o realizar otros asuntos en intervalos de tiempos definidos y no muy largos o permanentes, contribuyendo así a mejorar su calidad de vida.
Carolina explica que ha solicitado el servicio tanto para actividades personales como profesionales. «Por mucho que digan, es muy difícil conciliar», lamenta esta madre. Asegura que lo que más le gusta de este servicio es su flexibilidad. «He contratado previamente otros servicios y tienes que adaptarte a sus horarios, ellos no se adaptan a los tuyos. Con Plena inclusión es diferente; ellos se amoldan a las necesidades de la familia, porque conocen las situaciones y están muy implicados«, anota.
El programa, que cuenta con el apoyo de la Consejería de Mujer, Igualdad, LGTBI, Familias y Política Social, presta este servicio en dos modalidades. Una consiste en contar con apoyos por horas individuales en el domicilio, en el que profesionales, contratados por Plena inclusión Región de Murcia, acuden al hogar para cuidar de la persona con discapacidad intelectual durante unas horas. El segundo trata de acompañar por un periodo limitado al centro o al tratamiento al que la persona del colectivo acude habitualmente, en el caso de que ningún familiar pueda hacerlo.
En el caso de Carolina, la conciliación se realiza en su domicilio. Allí, la persona que presta el servicio cuida de su pequeña, le da de comer, juega con ella, la saca al parque y, en general, atiende sus necesidades. Antes de eso, esta mamá realiza un proceso de acercamiento entre la niña y la cuidadora. «Estoy muy atenta para que la comunicación fluya y ambas se entiendan», aclara. «Además, creo que es bueno para mi hija, porque así aprende a expresarse y a comunicarse con otras personas», añade.
Pide Carolina que estos servicios no dejen de prestarse porque son un apoyo fundamental para las familias. «En ningún momento dejo de cuidar a mi hija, y también necesito un apoyo para esa reunión de trabajo que se alarga o simplemente para tener un rato para mi vida personal», expone.
La Federación contrata a los cuidadores profesionales para realizar el servicio solicitado por la familia. En cuanto a la financiación, se realiza mediante un sistema de copago, en el que la familia aporta una cantidad mínima, según el tipo de unidad familiar y los recursos económicos de que dispone.
Esta madre de una niña con discapacidad intelectual termina deseando que todos los organismos e instituciones ayuden a conciliar: desde los centros educativos hasta los servicios públicos pasando por algunos privados dirigidos a menores que, por lo general, no incluyen profesionales para atender a menores con necesidades específicas.
Carolina Nicolás.