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"Gracias al programa de Conciliación, hemos podido ayudar a un menor con necesidades educativas especiales"La educadora social Melisa García explica cómo ha sido la colaboración entre los Servicios Sociales de la pedanía de El Palmar y Plena inclusión Región de Murcia

Melisa García es educadora en los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Murcia y trabaja en la pedanía de El Palmar. Fue ella quien detectó la situación que vivía una familia del barrio. Un niño con necesidades educativas especiales no tenía quien le acompañara al centro en el que recibía su tratamiento por la imposibilidad de conciliar de su entorno.

 

Entonces, Melisa contactó con Plena inclusión Región de Murcia para solicitar el apoyo del Programa de Conciliación y poder ayudar así al menor y a la familia. Se trata de un recurso que la federación desarrolla  gracias a la colaboración de la Consejería de Política Social, Familias e Igualdad.

 

«Gracias al programa de Conciliación, hemos podido ayudar al menor con necesidades educativas especiales», declara Melisa. Durante tres días a la semana, un profesional de Plena inclusión acompañaba al chico a su centro. «Era prioritario que el menor recibiera el tratamiento. Y pese a que lleva poco tiempo en el centro, ya se le nota mejoría», añade Melisa.

 

La educadora social califica la colaboración entre Plena inclusión y los Servicios Sociales como «muy positiva» y espera que se mantenga en el tiempo con el fin de mejorar la vida y la situación de las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo que lo precisen y las de sus familias.

 

Casi dos mil horas para conciliar

Plena inclusión Región de Murcia ha dedicado en lo que llevamos de año un total de 1.935 horas para que las familias de personas del colectivo puedan conciliar. Hasta el momento se han atendido a un total de 35 personas; la gran mayoría son menores de edad y tienen un grado 3 de discapacidad, es decir, el más alto. 

 

El programa de Conciliación cuenta con dos servicios principales: uno consiste en ofrecer apoyos por horas en el domicilio.  El segundo se basa en acompañar a la persona con discapacidad por un periodo limitado al centro o al tratamiento al que la persona del colectivo acude habitualmente, en el caso de que ningún familiar pueda hacerlo.

 

La Federación contrata a los cuidadores profesionales para realizar el servicio solicitado por la familia. En cuanto a la financiación, se realiza mediante un sistema de copago, en el que la familia aporta una cantidad mínima, según el tipo de unidad familiar y sus recursos económicos. En algunos casos el apoyo llega a ser gratuito.